La “matriz energética” hace referencia a la combinación de fuentes de energía que se utilizan en una determinada zona geográfica (por ejemplo, un país) para satisfacer sus necesidades energéticas totales. Así, la matriz energética, que normalmente se representa mediante gráficos circulares (como se muestra más adelante para el caso colombiano), explica cuáles son las distintas fuentes energéticas que se producen y utilizan en un periodo determinado por los diferentes sectores de la sociedad, tales como el transporte, la industria, la generación de electricidad y la calefacción. De este modo, la matriz energética indica la participación porcentual de cada fuente energética sobre el total de energía.

Las fuentes de energía en una matriz energética pueden incluir: combustibles fósiles (como el petróleo, el gas y el carbón), fuentes convencionales y no convencionales de energía renovable (como la energía hidroeléctrica, la energía solar, la energía eólica y la biomasa), biocombustibles y energía nuclear. En algunos casos, es posible utilizar las fuentes de energía mencionadas de manera directa (como sucede con el carbón y el petróleo); en otros, es necesario transformar dichas fuentes en energía secundaria, que normalmente corresponde a electricidad (véase Fuentes de energía).

De ahí surge una noción adicional relevante: matriz eléctrica. Como su nombre lo sugiere, esta es la combinación de las fuentes de energía primarias que se utilizan específicamente para generar electricidad (energía secundaria) en un país o región. Estas fuentes de energía incluyen centrales eléctricas (activos o plantas de generación de electricidad) que pueden usar agua (hidroelectricidad), carbón, gas fósil, combustibles líquidos derivados del petróleo, energía nuclear, energía eólica, energía solar, biomasa, geotermia, entre otros.

Diferenciar la matriz energética de la matriz eléctrica es importante porque permite formular estrategias más aterrizadas y coherentes en torno al necesario abandono de los combustibles fósiles, teniendo en cuenta sus usos finales (como energía directa o como fuente de generación de electricidad).

También es relevante en la medida en que permite desmitificar creencias en torno a la “limpieza” de una determinada matriz (entendiendo el término coloquial “limpieza” como la ausencia de emisiones de CO2, no de otros impactos ecológicos o ambientales). Para el caso colombiano, por ejemplo, en múltiples contextos (principalmente empresariales o gremiales) se ha mencionado de manera imprecisa que la matriz energética colombiana es “limpia”, aludiendo con ello al hecho de que la hidroelectricidad ocupa un porcentaje mayoritario en la matriz eléctrica. Como es evidente, esta afirmación incurre en el yerro de confundir la matriz energética con la matriz eléctrica. La composición actual de las matrices energética y eléctrica colombianas se ve en la figura 2, de acuerdo con la actualización del Plan Energético Nacional (PEN) 2022-2052 de la UPME (2024).

Figura 2. Matrices energética y eléctrica colombianas construidas con datos del PEN 2022-2052

Fuente: UPME (2024).

Según el PEN, los combustibles fósiles continúan teniendo una participación mayoritaria en la matriz energética colombiana (58 % de su composición). El mismo documento indica que la transformación de la matriz energética hacia fuentes renovables y tecnologías más eficientes reduce la dependencia de combustibles fósiles y disminuye la huella de carbono del país.

En consecuencia, desde la perspectiva de la descarbonización y la desfosilización, uno de los objetivos de la TEJ debe ser transformar las matrices energética y eléctrica colombianas para abandonar paulatinamente los combustibles fósiles de manera justa.

La Ley 2169 de 2021, por medio de la cual se impulsa el desarrollo bajo en carbono del país (mediante el establecimiento de metas y medidas mínimas en materia de carbono neutralidad y resiliencia climática), indica que una de las medidas que debe tomar el sector de minas y energía para alcanzar las metas de Colombia en materia de mitigación del cambio climático es la “diversificación” de la matriz energética nacional, mediante la dinamización de la generación eléctrica y la autogeneración a través de FNCER, así como el uso de tecnologías confiables con un menor factor de emisión.