En el contexto de la energía, la “descentralización” se refiere a la transformación de los sistemas energéticos para abandonar la centralización tradicional y migrar hacia un esquema de dispersión, donde se redistribuya el control sobre los medios de producción (v. g., generación) y uso de la energía.

Tradicionalmente, los sistemas energéticos se han basado en la centralización de la producción y distribución de la energía, utilizando centrales de gran escala ubicadas lejos de los centros de consumo. La energía producida se transporta luego a través de redes de diferentes voltajes, como las redes de transmisión o distribución, para llegar a hogares, industrias y otros consumidores finales. Estos sistemas centralizados no solo son costosos de desarrollar y mantener, sino también enfrentan múltiples limitaciones y problemas (Nadeem et al., 2023).

La descentralización busca abandonar la dependencia de las centrales de generación de electricidad de gran escala, que normalmente utilizan fuentes de energía convencionales, como los combustibles fósiles o la hidroelectricidad con represas, y transitar hacia sistemas de pequeña escala: más cercanos a los centros de consumo y basados en energías renovables no convencionales (FNCER). Estos sistemas descentralizados y dispersos ofrecen, además, posibilidades de apropiación ciudadana y comunitaria (véase Democratización ).

La descentralización de la energía tiene como objetivo migrar hacia sistemas eléctricos dispersos y diversificados en cuanto a fuentes de energía, tecnologías y participantes. Este enfoque busca aumentar la resiliencia, la eficiencia y la participación democrática en los sistemas energéticos, al disminuir la dependencia de grandes infraestructuras y fuentes de energía no renovables, y alentar la participación de consumidores y comunidades en todas las etapas relacionadas con la energía.

En resumen, la descentralización de la energía y los sistemas energéticos se propone transformar la manera en que se produce, distribuye y consume la energía.

Múltiples investigadores han sostenido desde hace varios años que la descentralización hace parte de las estrategias necesarias para una transición energética justa (Bertinat, 2016). Mencionan como uno de los principios orientadores de las políticas públicas para la TEJ la descentralización y reducción de las distancias entre la generación y el consumo (Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe et al., 2022). En relación con los principios de la soberanía energética, algunas organizaciones han concluido que la energía renovable debe ser tan descentralizada y de pequeña escala como sea posible, de manera que todas las comunidades tengan acceso a la tecnología, los conocimientos y las habilidades (Amigos de la Tierra Internacional, 2023; véase Soberanía energética).

A continuación, se mencionan algunos de los esquemas que hacen parte de las estrategias de descentralización de la energía:

  1. Generación distribuida (GD): entendida como la producción o generación de electricidad con sistemas de pequeña escala y cercanos a los puntos o centros de consumo. Según la IEA, las tecnologías utilizadas por los sistemas de GD incluyen turbinas pequeñas y sistemas fotovoltaicos, entre otros (IEA, 2002). La GD también se conoce como generación descentralizada, generación en sitio o energía distribuida y puede ser utilizada para la generación de energía, la cogeneración y la producción de calor por sí sola (Nadeem et al., 2023).

  2. Almacenamiento energético distribuido: funciona a través de sistemas de almacenamiento de energía ubicados en o cerca de los puntos de consumo, en contraposición a las instalaciones de almacenamiento centralizadas. Estos sistemas suelen integrarse con FNCER para almacenar el exceso de energía para su uso posterior o para proporcionar energía de respaldo durante periodos de alta demanda o cortes en la red. Su instalación y uso permiten una gestión más flexible de la oferta y la demanda, así como una mejor integración de las fuentes de energía intermitentes (como la solar y la eólica).

  3. Microrredes y las redes inteligentes: las microrredes son redes eléctricas locales que pueden operar de forma independiente de la red principal, que generalmente es mucho más grande. Pueden utilizarse para alimentar un solo edificio (por ejemplo, un hospital) o un conjunto de edificios, como un parque industrial, un campus o un vecindario. Grupos de microrredes que están interconectadas también pueden alimentar áreas más grandes, como pueblos o ciudades (Foro Económico Mundial, 2022). Las redes inteligentes (smart grids), por su parte, son redes eléctricas que utilizan tecnologías digitales y otras tecnologías avanzadas para monitorear y gestionar el transporte de electricidad desde todas las fuentes de generación, con el fin de satisfacer las demandas variables de electricidad de los usuarios finales (IEA, s. f.), facilitando así la transformación de los sistemas eléctricos tradicionales (Foro Económico Mundial, 2019).

  4. Mecanismos de participación ciudadana y comunitaria: como las comunidades y las cooperativas energéticas (véase Comunidades energéticas).

En resumen, el objetivo general de estos y otros esquemas de descentralización de la energía es reemplazar las prácticas convencionales de producción y suministro de energía, basadas en la centralización de los sistemas y las redes. De acuerdo con Carbon Trust (s. f.), los proyectos de energía descentralizada, además de generar ahorros duraderos de costos y emisiones de carbono, pueden hacer realidad objetivos sociales más amplios, como asegurar la seguridad del suministro y abordar la pobreza energética. Por su parte, la organización Project Drawdown ha analizado varios tipos de soluciones para la descentralización de la energía, como los sistemas distribuidos de energía solar fotovoltaica, los pequeños sistemas de energía hidroeléctrica, las microturbinas eólicas y los sistemas distribuidos de almacenamiento de energía (Project Drawdown, s. f.a, s. f.b, s. f.c, s. f.d).

En Colombia, la descentralización es un tema que se ha venido explorando desde hace años. Por ejemplo, fue uno de los temas analizados por la Misión de Transformación Energética convocada por el Gobierno nacional en el año 2019 (Romero-Grass y Mach, 2019). Desde la perspectiva legislativa, la Ley 1715 de 2014, a pesar de no referirse expresamente a la descentralización como estrategia integral, definió las nociones de autogeneración (previamente definida en la Ley 143 de 1994), tanto a pequeña como a gran escala (véase Autogeneración), y generación distribuida, que, como mencionamos, pueden alinearse con los objetivos de la descentralización de los sistemas energéticos.

Esta ley también se refirió al almacenamiento de FNCER como parte de las actividades que declaró de utilidad pública e interés social. Luego, a través de la Resolución 40283 de 2022, el MME estableció lineamientos para la incorporación de los DERs. Esta resolución definió los DERs como los

Recursos energéticos que pueden ser gestionados de forma automática o manual, instalados cerca de los centros de consumo, conectados a la red de distribución, con posibilidad de inyectar energía, consumir energía o proveer servicios complementarios a la red de forma dinámica. Dentro de los DERs se incluyen la Respuesta de la Demanda (RD), los vehículos eléctricos, la Generación Distribuida, los Sistemas de Almacenamiento de Energía Eléctrica y la Autogeneración a Pequeña y Gran Escala conectados a la red de distribución, entre otros.

La misma resolución ordenó a la CREG establecer las reglas para facilitar la descentralización del mercado de energía mayorista y la participación de los DERs. En la actualidad, la regulación expedida por la CREG se refiere específicamente a la autogeneración a pequeña escala (Resolución 174 de 2021); la generación distribuida (Resolución 174 de 2021); y la autogeneración a gran escala (Resolución 24 de 2015). La regulación sobre DERs, en desarrollo de la Resolución 40283 de 2022 del MME, todavía se encuentra pendiente por parte de la CREG. La actividad de almacenamiento distribuido también está pendiente de ser regulada en Colombia.

El Decreto 2236 de 2023, expedido recientemente por el MME, se refirió a la descentralización de la energía con nombre propio, como parte de los objetivos que deben perseguir las comunidades energéticas. Para ello describió el objetivo en los siguientes términos: “Descentralizar la generación, el almacenamiento y el consumo de energía hacia las comunidades, especialmente, hacia las comunidades que experimentan condiciones de vulnerabilidad”.