Según el glosario del IPCC (2018), el término “gas de efecto invernadero” (GEI) se define como el componente gaseoso de la atmósfera, natural o antropógeno, que absorbe y emite radiación en determinadas longitudes de onda del espectro de la radiación terrestre emitida por la superficie de la Tierra, por la propia atmósfera y por las nubes.

El mismo glosario indica que esta propiedad ocasiona el efecto invernadero y que los GEI primarios de la atmósfera terrestre son el vapor de agua (H2O), el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4) y el ozono (O3). También señala que la atmósfera contiene cierto número de GEI enteramente antropógenos, como los halocarbonos u otras sustancias que contienen cloro y bromo, contemplados en el Protocolo de Montreal. Además del CO2, el N2O y el CH4, el Protocolo de Kyoto contempla los GEI de hexafluoruro de azufre (SF6), hidrofluorocarbonos (HFC) y perfluorocarbonos (PFC).

El CO2 desempeña un papel crucial en la crisis climática, dado que el aumento de sus concentraciones en la atmósfera es una de las principales causas del cambio climático que hemos observado en las últimas décadas. Cuando el CO2 se libera a la atmósfera en grandes cantidades, ya sea por la quema de combustibles fósiles, cambios en el uso de la tierra o procesos industriales, actúa como un GEI al atrapar el calor en la atmósfera terrestre, lo que conduce al calentamiento global y a la crisis climática.

Además, el CO2 se utiliza como gas de referencia para medir otros GEI, debido a que su potencial de calentamiento global se estandariza en una unidad. Por lo tanto, se emplea para calcular las emisiones totales de una mezcla de GEI, expresadas como equivalentes de CO2 (CO2-e).

El potencial de calentamiento es fundamental para esta discusión porque representa el efecto de calentamiento integrado a lo largo del tiempo, causado por la liberación instantánea de 1 kg de un GEI en comparación con el CO2. Este potencial permite diferenciar los GEI en función de su vida útil en la atmósfera. Por ejemplo, el CO2 puede permanecer en la atmósfera hasta mil años, mientras que el CH4 y el N2O solo lo hacen durante 120 años. Medido en un periodo de 20 años, el potencial de calentamiento del CH4 es hasta 80 veces mayor que el del CO2 y el del N2O puede ser hasta 280 veces más potente (ONU Programa para el Medio Ambiente, 2022).

Para tener en cuenta

El riesgo más significativo de los GEI de larga vida es su persistencia en la atmósfera, donde pueden permanecer durante décadas o incluso siglos después de su emisión. Este efecto suscita la discusión sobre la “herencia de emisiones” entre generaciones, ya que, si las emisiones no se mitigan adecuadamente, podríamos llegar a un punto crítico. Este punto crítico, definido por el IPCC como el nivel de cambio en el que el sistema climático no puede regresar a su estado inicial, incluso si se reducen los efectos de los factores causantes del cambio, es una preocupación central en el debate sobre el cambio climático (Climate Interactive, s. f.).

Por otro lado, los contaminantes climáticos de corta vida son agentes altamente influyentes en el cambio climático, contribuyendo hasta en un 45 % al calentamiento global actual (Climate and Clean Air Coalition, s. f.). Ciertos contaminantes climáticos de vida corta también son contaminantes del aire, que tienen efectos nocivos para las personas, los ecosistemas y la productividad agrícola (véase Contaminantes criterio y gestión de la calidad del aire).